viernes, 3 de octubre de 2008

La Ínsula Dormida

Les presento LA ÍNSULA DORMIDA, nueva obra realizada con tinta china y coloreada con acuarelas y alcohol teñido con tinta de bolis.

Esta obra nació de un téxto de esos que sale en una tarde de fiebre, o quien sabe de dónde...se me cortocircuitan los sesos, ya saben, salen chíspas...
Es posible que los 2 yogures de fresa caducados que me comí esa tarde, sean coautores de todo esto...

Les muestro el téxto...pero si al primer párrafo deciden no seguir leyendo, lo entenderé perféctamente.
En cualquier caso, aconsejo tener cerca aspirinas o paracetamol, según el caso.

La Ínsula Dormida.

Nada podía equiparar la intensidad de aquel momento.
La voluntad quedó rendida.
Sumisa.
La pupila congelada.
El tiempo parado.
Fotograma inerte de un momento irrepetible.
Invadido por la paz, creyó escuchar el sonido de sus propias articulaciones.

Una gaviota, de una blancura traslúcida traspasó su cuerpo, como un rayo de luz penetra en la oscuridad.

Ni el tiempo, ni el aire, ni el agua, ni la memoria congelada, pudo repetir aquel momento y desencadenar aquellas sensaciones.

Creyó estar muerto.
Ver lo que vió, sólo era posible estando al otro lado.
En el lado de los nó vivos.
Sin ataduras ni condicionantes.
Sin religiones, cultura ni creencias.
Muerto, y resucitado.
Volando.
Ahora entendía que, en realidad las gaviotas también estaban muertas.
Eran espíritus aéreos, libres como el viento.
Un tono musical apareció de repente.
Rítmico.
La confusión inicial se tornó en sorpresa al entender aquel nuevo lenguaje.
El tono musical era un latido...
Un gran corazón en el mar salado...quizá bombeara el agua, en lugar de sangre...
El agua del mar...., la sangre del Planeta......
Música emergiendo desde el Océano.
En la boca del estómago y subiendo por la nuca un escalofrío dio paso
a la imagen mas alucinánte jamás soñada.
Costaba entender el propósito de todo aquello, el mensaje oculto.
Una mole de piedra emergió como en el nacimiento de una nueva isla volcánica.
Pero había diferencias.

No había vapor de agua, ni explosiones, ni caos...
...había música, habian latidos.
Una Ínsula Dormida, pero llena de vida, de restos de ella, de enigmas atrapados...de inscripciones, de mensajes ocultos.
Gaviotas traslúcidas cantando, y el aire, con su silbido, acompasando aquella sinfonía universal...
Pasaron segundos, minutos, quizá horas, .....o días enteros.
El tiempo quedó parado...en pausa....

La gran mole llegó a su punto más elevado.
Con una forma armónica pero indeterminada, las cosas comenzaron a cobrar algo de sentido.
Formas humanas hicieron aparición.
Podría ser una Sirena petrificada, o un Tótem simbólico, cómo un Altar en medio del mar.
Podría ser el centro vital de todo o simplemente ser una aparición creada en base a una necesidad espiritual.
El corazón marino dejó de latir.
Cesó la música.
Callaron las Gaviotas.
Enmudeció todo lo sonoro.
Me desperté de repente en un nuevo estado de consciencia.
Música.
Paz.
Mis ojos dejaron de ser mis ojos.
Cada poro de mi piel comenzó a sentir otras sensaciones.
Aquel latido se apropió de todo el universo sonoro.
Notas musicales desde el interior de aquel extraño y nuevo cuerpo, mezclándose con el agua, profunda y luminosa.
Emergió la forma.
Yo no estaba allí. Estaba en otro sitio.
Al otro lado.
La figura monumental me había absorbido para integrarme en su mole de piedra.
Ahora de nuevo era observador y observado al mismo tiempo.
Observado por alguien que flotando a la deriva, tuvo la misma visión que tiempo atrás yo tuve....
Y Observador, por estar en aquella gigantesca Torre de Babel, Ínsula Dormida, repleta de almas liberadas, de seres que abandonaron el dolor para formar parte de una nueva Consciencia.
Un nuevo estado.
Conciencia total, libre y tranquilizadora, integrada en un Océano convertido en corazón del Planeta.
Bombeándo sangre salada y dando vida...

Ni el tiempo, ni el aire, ni el agua, ni la memoria congelada, pudo repetir aquel momento y desencadenar aquellas sensaciones.

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